top of page
Buscar

Repetición, repetición, repetición...

  • Foto del escritor: Inés Bravo Abellán
    Inés Bravo Abellán
  • 22 may 2018
  • 4 Min. de lectura

Paso de Marilyn y de las sopas de tomate, no voy a hablar una y otra vez de aquello que han mostrado repetidamente hasta la saciedad y que por tanto todos conocemos. Es verdad que esto va de repeticiones, pero prefiero no quedarme en la superficie.

Como sabéis, el Pop Art es un movimiento artístico que surgió en Reino Unido y EEUU a mediados del siglo XX y que se basa en la repetición, la representación de objetos cotidianos, la utilización de colores llamativos…

Creo que de forma inmediata, con las características que he nombrado solo se nos viene un nombre a la cabeza, y ese es el de Andy Warhol.



Personaje polémico y extravagante, comenzó como diseñador gráfico comercial y acabó siendo un artista de negocios ya que como él mismo dijo “El arte comercial es mucho mejor que el arte por el arte” y al parecer tenía razón en cierto aspecto, porque hoy vengo a hablaros de la exposición que ha puesto a Madrid patas arriba, que tantas colas y expectación ha suscitado como si de las rebajas se tratase: “Warhol. El arte mecánico”.



Son muchas las obras que estaban expuestas, pero prefiero comentaros aquellas que personalmente no conocía o que la gente menos se paraba a ver, porque al final parece que solo perduran unas cuantas y el resto se dejan de lado.

En esta sociedad la apariencia importa, la búsqueda de la belleza, de mejorar, de que nos vean bien… todo esto influía notablemente, incluso de forma obsesiva a la sociedad estadounidense de la época (y lo sigue haciendo). Esto se ve reflejado en “Before and after”, basado en un anuncio de un diario sensacionalista estadounidense. En esta obra se ve la imagen repetida de una mujer donde el “antes” tiene imperfecciones y el “después” carece de ellas.



El tema de la belleza era algo que le obsesionaba a Warhol ya que a lo largo de su vida utilizó asiduamente productos cosméticos, se hizo tratamientos de colágeno, se sometió a una operación de nariz e incluso utilizaba diversas pelucas que se convirtieron en su seña de identidad.

Es curioso como una obra que podría ser considerada como una crítica a esa sociedad obsesionada con un ideal de belleza esté hecha por alguien que vivía esa obsesión en primera persona.



Por otra parte, esta sociedad utilizaba un material de forma masiva e imperceptible en el día a día: el cartón. Nadie le daba especial importancia a éste, pero era parte fundamental de sus vidas. En base a la cotidianidad del material, Warhol creó las “Brillo Boxes”, que en la realidad era una marca de estropajos. Cuestionó el arte y las mandó fabricar a sus asistentes en su estudio (al igual que obras como “Campbell’s Soup Cans” entre otras).



Estas piezas comenzaron a comercializarse de forma independiente por valor de 200$ y 400$ dependiendo del tamaño. Resulta paradójico que esas “cajas” que envuelven el concepto de la cultura del consumo se comercializaran, ya que con ello lo que se conseguía era perpetuar esa cultura. El arte no es arte, es consumo.

Aprovecho para recomendaros un documental de HBO llamado “Brillo Box” en el que la antigua propietaria de una de estas obras cuenta el recorrido de su Caja Brillo desde el momento en el que la compraron sus padres por mil dólares, hasta el momento en que la vendieron y vieron cómo se subastaba por más de tres millones de dólares en 2010.



Warhol no se conformaba únicamente con el arte, también dio el paso al mundo audiovisual. Creó las “Screen Tests”, películas mudas de corta duración en las que buscaba retratar a personas geniales para que fueran ellas mismas.



En aquel momento una de las personas más singulares y llamativas fue Salvador Dalí, que debido a su personalidad y la capacidad de autopromoción que tenía logró incluso ser considerado como uno de los portavoces más notorios del grupo surrealista francés a pesar de que el verdadero fundador fuera André Breton.

Desde mi punto de vista, Dalí y Warhol tenían una personalidad similar, ya que la capacidad de autopromoción de Warhol fue muy notoria y debido a esa similitud, Dalí protagonizó una de esas películas mudas, en la que lo único que tenía que hacer era mirar al objetivo y ser él mismo.



Además de Dalí, algunos de los personajes que salieron en estas películas fueron Lou Reed (cantante del grupo Velvet Underground), Marcel Duchamp (artista relacionado con el cubismo, surrealismo y dadaísmo), Bob Dylan o Yoko Ono, entre muchos otros.



Y bueno, llegó la sala más divertida, la de las “Silver Clouds”, en ella encontramos multitud de globos plateados rectangulares hechos de un material llamado “Scotchpak” y que fue fabricado para el Programa Espacial de la NASA. Warhol adoraba el color plateado, ya que para él encarnaba a la máquina, además también lo relacionaba con el narcisismo porque el reverso de los espejos son de color plata, una unión de conceptos y percepciones que me parece muy creativa.




Otro dato curioso de la vida de Warhol fue que intentaron asesinarlo. Una mujer llamada Valerie Solanas, escritora feminista radical que padecía esquizofrenia se presentó en “The Factory”, el estudio artístico de Warhol. Allí Valerie sacó su revólver y disparó varias veces, una de ellas llegando a darle a Warhol, perdió mucha sangre y estaba al borde de la muerte, aunque finalmente no le sucedió nada. Esa misma tarde Valerie se entregó a la policía.



Este hecho propició obras como “Skulls” y “Self- Portrait with Skull” en las que se representa el “Memento Mori” (recuerda que has de morir).




Para acabar os voy a hablar de pis, sí, has leído bien. La última obra de la exposición se basaba en eso. La serie de pinturas “Oxidation” o “Piss paintings” eran lienzos imprimados con gesso a los que se añadía pintura al cobre y después se aplicaba orina. El componente corrosivo de la orina hacía que el cobre se oxidara generando sulfato de cobre, por lo que cada obra tenía diversas tonalidades. En un principio la orina era la del propio Warhol, aunque no tardó mucho en recurrir a sus asistentes para que hicieran este “trabajo”.



¿Arte o despropósito? Eso ya lo dejo a vuestra elección, lo que sí que me ha quedado claro en este recorrido por el universo Warholiano es que era un tipo singular en el que su obra se retroalimenta de sí mismo, él es su obra y su obra es él, una no puede convivir sin la otra.



 
 
 

2 Comments


Inés Bravo Abellán
Inés Bravo Abellán
May 23, 2018

Me alegra que te haya gustado Ana, muchas gracias!!!😊😘

Like

Ana Calatayud López
Ana Calatayud López
May 23, 2018

Conocía a este autor y alguna de sus obras, pero para nada me imaginaba que fuera tan excéntrico, ni conocía sus obras con orina... espero que al menos les diera un porcentaje de los beneficios a los asistentes que le ayudaron con ese "trabajo" Jajaja

Sobre todo me quedo sobre todo con tu conclusión final, "él es su obra y su obra es él". Los artistas nos proyectamos a nosotros mismos, consciente o inconsientemente, en nuestra obra, al menos nuestra parte más volitiva (en mi humilde opinión).

¡Un abrazo!

Like

© 2018 by De la mezcla, el arte. Proudly created with Wix.com

  • Instagram - Círculo Blanco
  • Facebook - círculo blanco
bottom of page