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A la señora de la sala de espera

  • Foto del escritor: Inés Bravo Abellán
    Inés Bravo Abellán
  • 1 may 2018
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 2 may 2018

Esta mañana en la sala de espera del dentista, con la noticia de “La manada” de fondo, a una señora de unos 68 años se le ha ocurrido decir que “es que claro, luego las chiquillas se ponen unas ropas que van pidiendo guerra…”. Ante esta barbaridad, no me he podido callar y he soltado un “¡Qué fuerte!” que ha ido seguido de una conversación sobre el por qué yo puedo llevar la ropa que me de la gana y no por eso nadie tiene derecho a violarme.


No voy a entrar en detalles sobre la conversación, porque supongo que os imagináis cómo ha sido más o menos: un bucle infinito, una pescadilla que se muerde la cola.

Así que he decidido homenajear a esta señora con este post, va por ti, te lo dedico.

Hacia el 1906 en las Torres de los Serranos (Valencia), hubo una niña que desafortunadamente no le hizo caso a esta señora, y seguramente por llevar la falda demasiado corta, fue violada. Tras esto, la niña estaba en la calle junto a su abuelo, que la arropaba mientras procedía a hacer una rueda de reconocimiento. Cuatro presos pasaban delante de ellos, y la niña se tapaba la cara al ver a su agresor, ante esto el abuelo interpela al culpable ante la pasividad de los alguaciles.


"El Sátiro"

Esta escena fue retratada por el pintor valenciano Antonio Fillol, considerado como uno de los principales representantes del realismo social, o eso dice Wikipedia, porque al parecer su obra ha estado escondida durante mucho tiempo por ser un personaje un tanto molesto.


Autorretrato, Antonio Fillol

La obra de la que os hablaba, “El sátiro” vio la luz en la Exposición Nacional de 1906, y fue censurada por inmoral ese mismo año ya que el jurado la catalogaba como una ofensa hacia la moral y el decoro.

Según Fillol, “El asunto ni era inmoral ni cosa parecida. Me limitaba a pintar en él una de esas brutalidades que de tiempo en tiempo realiza la bestia que el hombre lleva dentro, para excretarla”

Pero esta no fue la única censura que se produjo ese año, la obra de Romero de Torres “Vividoras del amor” en la que se retrataba a cuatro prostitutas esperando la llegada de clientes, también fue retirada de la Exposición Nacional de 1906.


"Vividoras del amor"

Censura y más censura, hasta el punto de que la obra de Fillol ha estado repartida en los depósitos de museos como el Prado, el de Bellas Artes de Valencia o el de Jaén, hasta que el Catedrático de historia del arte Javier Pérez Rojas montó la primera exposición dedicada al pintor en 2015, que pudo verse en la sala de exposiciones del Ayuntamiento de Valencia.

Pero la historia no acaba aquí. Otra de las obras de Fillol “La bestia humana”, muestra a una joven prostituta llorando sobre un sofá, mientras una mujer la regaña por querer echarse atrás en el último momento. En segundo plano observamos al cliente que espera fumando a que la mujer convenza a la chica para hacer el acto sexual.


"La bestia humana"

Con este cuadro Fillol ganó la segunda medalla en la Exposición Nacional de 1897, pero nunca recibió recompensación económica, “porque el jurado consideró que el tema que abordaba era poco noble”.

O “La rebelde”, obra en la que el pintor representa un campamento gitano en el que una joven gitana se ha enamorado de un payo y es expulsada y agredida.


"La rebelde"

“La bestia humana”, “La rebelde”, “La gloria del pueblo”, “Los amigos de Jesús” y un autorretrato, se encuentran en los depósitos del Museo del Prado.


"La gloria del pueblo"

"Los amigos de Jesús"

En mi opinión, estas obras y su autor deberían tener una segunda oportunidad y ver la luz de nuevo, no basta con una sola exposición, ya que son un reflejo de la sociedad de todos los tiempos. Obras a través de las cuales se pueden remover conciencias, propiciar cambios de opinión, aperturas de mente…

Me encantaría que la señora de la sala de espera los viese y se replantease sus palabras, al ver que un hombre que nació en 1870 tenía una visión crítica de la sociedad mucho más avanzada que ella.

Creemos que el desarrollo va acorde al avance de los tiempos, pero está claro que no tiene nada que ver, hay mentes retrógradas actuales y mentes abiertas en el pasado.

La solución está en cada uno de nosotros, en mí, en ti y en la señora de la sala de espera, y esto sólo se consigue con la educación en valores, para que las generaciones futuras no tengan que alterarse por oír barbaridades en las salas de espera ni sufrir el infierno de ser violadas y cuestionadas ante un país.

 
 
 

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