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Imperfecciones humanas

  • Foto del escritor: Inés Bravo Abellán
    Inés Bravo Abellán
  • 15 abr 2018
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 10 ago 2018


La casa perfecta, el mueble perfecto, la cama hecha sin una arruga, el cuadro tremendamente recto, la estantería perfectamente pulida que no parece haber salido de algo tan irregular como el tronco de un árbol, todo perfecto.

Todo perfecto menos nosotros, porque somos seres imperfectos que aspiran a hacer cosas perfectas a través de la serialización industrial. Su aparición en el siglo XIX condujo a una democratización de los precios de objetos hechos en serie, todos iguales. ¡Maravilla! ¡Ahora tengo cosas perfectas a precio de ganga!... pero no. Afortunadamente hubo gente que vio perfección en la imperfección, vio el lado más humano de las cosas, la similitud entre las cosas y nosotros, todos irregulares, inestables y de nuevo imperfectos.

Una de las personas que se replanteó el tema de la serialización fue Gaetano Pesce, arquitecto y diseñador italiano que en los años sesenta hablaba del “malfatto” para referirse a que las cosas mal hechas como algo positivo. Con esto no quería decir que se debía eliminar la serialización industrial, sino continuar con ella pero dándole a los objetos singularidad propia.

Tomando como premisa este pensamiento, una serie de diseñadores muestran en la exposición ¡VIVA LA DIFERENCIA! productos no estandarizados que permiten incorporar variantes requeridas por el propio consumidor.

Algunos ejemplos de ello son unas zapatillas diseñados por Gaetano Pesce formadas de pequeñas burbujas interconectadas que pueden ser recortadas al gusto del consumidor para que tenga el acabado que más le agrade.

Sillas todas diferentes para colocar alrededor de una mesa, al igual que las personas que se sientan en ellas reflejando así la diversidad de la sociedad.



Objetos como jarrones, peines o sillas hechos a imagen y semejanza del consumidor a partir de sus características físicas (color de ojos, radiografía de los huesos, forma del cuerpo o del cráneo…

O uno de los objetos que más me llamaron la atención: una colección de siete platos de porcelana pintada a mano con el mapa del cielo en el día, hora y lugar en que el comprador nació pintado en el fondo. Una maravilla creada por los diseñadores Kram y Wheisshaar.

En definitiva es una exposición que a mi no me dejó indiferente y me dio que pensar sobre en qué mundo vivimos y de qué tipo de cosas nos rodeamos. 100% recomendable.



DATOS DE INTERÉS:

Cuándo: Hasta el 20 de Mayo

Dónde: CentroCentro Cibeles

Dirección: Plaza Cibeles, 1

Metro: Banco de España (L2)

Entrada libre



 
 
 

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